Fraternidad

El diccionario define esta palabra como “Afecto y confianza propia de hermanos o de personas que se tratan como hermanos.” O “Asociación de personas que tienen unos mismos intereses profesionales o altruistas.” Dorian lo entiende como algo que afirma tu identidad, es esa sensación de pertenencia donde la revalidad no existe, sino un sentido de mejorar cada día. También es considerar con respeto y dignidad a todos, tratándolos con igualdad y solidaridad.

Todos tenemos valor en sí mismos, desasociado de nuestras posesiones materiales, de nuestros logros académicos, de nuestro trasfondo social o económico, de nuestras creencias, cultura, etc. Cada ser humano tiene un valor en sí mismo que va intrínseco a su existencia. Ese valor es la imagen misma de Dios en la humanidad, lo dice Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”

Esta frase en maya “inlake’ch hala ken” significa: “tú eres yo, yo soy tu, todos somos uno mismo”. Parece algo raro pero en cierta forma, tiene razón. Yo tengo algo de Dios, tú tienes algo de Dios, nosotros somos porque Dios es. Es en esto que podemos encontrar o construir fraternidad; cuando nos damos cuenta que en el otro hay tesoros escondidos como los que yo escondo. Que lo que los demás tienen que decir es igual de valioso y digno de ser escuchado, así como lo que yo tengo que decir.

Pero para poder valorar a otros, ¿cómo me estoy valorando a mí misma? ¿Cómo me estoy amando hoy? Recibir el amor sanador del Padre, que hace que crezca en mí un valor propio o autoestima me habilita para poder amar a otros. Lo que me hace perdonar o pasar por alto la ofensa, pero también lo que me impulsa a poner límites sanos para mi corazón.

Creo que es necesario hacernos estas preguntas constantemente para evaluarnos, para ser conscientes: ¿por qué haces lo que haces? ¿Estás tratando de regresar un favor, de agradar a alguien, de ser aceptado, de pertenecer a un lugar o a un grupo de personas?

Si nuestro corazón es correcto, si en nuestro corazón hay amor de Dios (con el cual podemos amarnos a nosotros mismos) las cosas que hagamos, por grandes o pequeñas que sean van a ser de bendición para replicar o compartir este amor; de lo contrario, lo que hagamos o demos, será dañino y terminaremos lastimándonos a nosotros mismos o a los demás.

Escuchando a Dorian y su testimonio, escuchando la conversación de mi roomie Fabi con él, solo me doy cuenta de esto: Cada uno tiene sus propias opiniones, trasfondo y estilo de vida, pero lo que nos caracteriza a todos es nuestro valor intrínseco, es lo que Dios depositó en nuestros corazones. Aprendamos a no cancelar lo diferente, a ser abiertos, a tomar lo mejor de las experiencias y personas, a comunicar sin prejuicios, a preguntar y comunicar con integridad. Demos de lo que tenemos, demos de lo que nos fue dado tan libremente y a manos llenas.

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