Desde el Génesis, donde nos crea a su imagen, hasta el Apocalipsis, donde nos invita a su hogar eterno, la Biblia revela un Dios cuyo corazón paternal se extiende hacia nosotros. Él nos adopta como hijos e hijas, no por mérito propio, sino por su gracia inmerecida a través de Jesucristo.

El evangelismo es el corazón palpitante de nuestra fe. Es la respuesta natural al amor incondicional que hemos recibido de Dios a través de Jesucristo. Es compartir las Buenas Nuevas, la alegre noticia de que el pecado y la muerte han sido vencidos, y que la reconciliación con Dios es posible para todos los que creen.

Las misiones mundiales cristianas son la extensión del corazón de Dios a cada rincón del planeta. Son la respuesta obediente al mandato de Jesús en Mateo 28:19-20: "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado."

Jesús mismo prometió al Consolador, como leemos en Juan 14:16-17: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros."

La obra de Jesús es el fundamento mismo de nuestra fe, el epicentro de la historia de la redención. Su venida a la tierra no fue un evento casual, sino el cumplimiento del eterno plan de Dios para reconciliar a la humanidad consigo mismo.

El perdón de Dios es la esencia misma de su gracia, la manifestación más profunda de su amor incondicional hacia nosotros. A lo largo de la Biblia, vemos un Dios dispuesto a perdonar una y otra vez, extendiendo su misericordia a aquellos que se acercan a Él con un corazón contrito.

A través de sus páginas, Dios se revela a sí mismo, su carácter, su amor incondicional y su plan perfecto para nuestras vidas. Desde la creación hasta la consumación de todas las cosas, la Biblia narra la grandiosa historia de la redención, mostrando cómo Dios ha buscado y restaurado a su pueblo a través de los siglos.