Identidad. Humildad. Redención.

Loren Cunningham escribió: “Jesús renunció a todo. ¿Para qué? Primeramente para reconciliarnos con Dios… pero existe otro motivo: enseñarnos cómo vivir y cómo vencer al diablo.”*

Mi primera idea para el título de esta entrada fue: “ámate”, pero la verdad es que pensándolo mejor, escogí estas tres palabras que engloban mucho de lo que se trata la vida en Cristo. Loren escribió ese libro con la idea de desafiar a nuestra generación para vivir de una forma radical de servicio en misiones. Pero quiero ampliar un poco más esa visión, o de alguna forma, extenderla o desdoblarla.

Rendir tu vida a Cristo puede ser muy desafiante y tal vez hasta te parezca imposible de hacer, por eso di un paso atrás, pensando en esta pregunta: ¿qué hace que una persona esté dispuesta y convencida de rendir algo en su vida?

En Mateo 20 Jesús cuenta esta parábola sobre los trabajadores en un viñedo, de cómo el propietario contrató a muchos otros trabajadores a todas horas del día. Si lees con atención, te vas a dar cuenta que entre más temprano, hubo un trato más claro, pero mientras pasaba el día, el propietario solo les dijo a los demás trabajadores que “recibirán lo que es justo”. Al final en el versículo 14-15 el dueño confronta a los que llegaron temprano porque ellos pensaban que “merecían” más de lo que acordaron con él.

A simple vista el concepto de rendir no tiene nada que ver con esta parábola, pero es que vivimos en un mundo que no se cansa de reclamar sus derechos, buscando bienestar y satisfacción en todo sentido y área de la vida. Pero si lees Proverbios, dice que reclamar tus derechos te convierte en una persona orgullosa, con un concepto de tí mismo mayor del que tienes, tratando de agregarte valor y por ende, terminas pensando que mereces más de lo que tienes.

¿No te parece triste ver que nuestro mundo lucha por algo que Jesús ya ganó y que está al alcance de todos? Al menos en el mundo occidental, la sociedad se la pasa reclamando cada derecho que se les cruza por la mente. No me mal entiendas, sabemos que la injusticia existe y es cruel. Mi punto es: Jesús murió para que TODOS tengamos identidad, plenitud, seamos íntegros, salvación… Nuestro mundo está buscando en los lugares equivocados, a través de estrategias torcidas. Su enfoque es mediocre, sin identidad, lleno de orgullo...

De allí que, como cristianos, como los que decidimos aceptar el regalo que Jesús tiene para dar; tenemos acceso a una vida de intimidad con Dios, de reconciliación con él pero también con nosotros mismos; tenemos acceso a vivir en plenitud, en integridad y “en humildad”.

La humildad nace después de recibir el regalo inmerecido pero que más necesitábamos, cuando sabemos que Dios nos da lo que nosotros jamás podríamos alcanzar. Esto es la transformación, cuando estás en la posición perfecta para rendir tus derechos, porque en realidad, llegas a la conclusión de que nada es tuyo, que todo lo que tienes, haces y eres es de Dios y para él. Este lugar también previene que crezca envidia o celos en tu corazón. Siempre habrá alguien que tenga más que tú, pero también menos… El punto no es quien tiene más o menos, el corazón del Padre es darle a todos exactamente lo que necesitan.

Prov. 22:4 dice: “La verdadera humildad y el temor del Señor conducen a riquezas, a honor y a una larga vida”. 

Wow, cuando ves esta promesa y vives en ella, en una vida llena de identidad, creciendo en humildad y rindiendo tus derechos, tu recompensa es literalmente todo lo que el mundo busca. ¿Necesitas otra garantía? La verdad es que no, necesitas a Jesús tanto como yo. El premio, lo más importante, lo esencial, es Jesús.

*COMO TRIUNFAR CON JESÚS. Los secretos de la victoria espiritual de Loren Cunningham

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